Gustavo por muchos años tuvo su propia empresa constructora. Con el tiempo, el y su familia se alejaron del camino de Dios. Esto lo llevó a una gran crisis económica que lo hizo perder todo lo que tenía.

Al encontrarse en una situación económica tan difícil, comenzó a vender torta frita y rosquillas frente a una constructora.

En el año 2017 estando en una situación caótica y con pocos ingresos, Gustavo y su familia fueron invitados al cierre de Invasión del amor de Dios y allí ellos vieron el milagro.

Después de reconciliarse con Dios, en poco tiempo, Gustavo volvió a levantar su empresa y para el siguiente año ya contaba con más de 20 empleados. Al año siguiente ya habían superado los 60 empleados y con un ingreso de más de $ 2.000.000 de pesos mensuales. Hoy es una de las empresas con más prestigio y la que realizo la construcción más grande en la ciudad de Santa Fe.  ¡Dios es fiel!

Foto ilustrativa

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